Sunday, December 28, 2008

Grand opening and closing


"Ama el arte. De todas las mentiras es la menos falaz" (Flaubert)

Escuchando a Sleeping Gorilla Museum, cuyo albúm Grand Opening and Closing nos muestra a un burro delante de un piano, no dejo de vincularlo con los sonemas que arrancan de ese disco: guitarras cargadas al metal al ritmo de polifonías jazzeras , silencios interrumpidos por golpes de percusión minimalista y una voz que arranca desde la faringe, acompañada a ratos por un coro apocalíptico, anuncian la llegada del arte más auténtico, golpeando los oídos más complacientes y reaccionarios de los burros que apenas pueden oír, y menos escuchar.

Corporatocracia

Creer acaso que la democracia, concepto hoy sumamente espurio y difuso, sea en verdad posible dentro un sistema capitalista es una quimera encubierta para hacernos pensar que en las condiciones actuales los cambios son posibles. Si nos quedamos con la concepción que para los griegos tenía la democracia,como mecanismo de elección directa y participativa en donde todos sus habitantes son libres e iguales ante la ley, notaremos que en la visión capitalista, en cambio, opera el Scarcity Principie, donde la escasez relativa de los bienes es lo que a larga fija los precios y con ello su distribución, aplastando de paso el equilibrio social; lo importante aquí no será cuán satisfechos quedemos todos, sino que cuanta plusvalía se obtenga a través de su circulación y consumo, concentrando al máximo la riqueza de aquellos que detentan el capital y globalizando descaradamente los costos. Para ello hoy existen los denominados TLC (el nuevo soma del siglo XXI), generando así la simbiosis perfecta entre estos dos inseparables aliados: la clase política, encargada de entretenernos con sus disputas concentrando así los aplausos y las críticas, y los grupos económicos, quienes realmente mueven los hilos de esta nueva corporatocracia.

Tuesday, October 31, 2006

El feliz edén de la copia


Lyotard1 define la impostura posmoderna en términos de una progresiva deslegitimación de los metarrelatos, donde los principales referentes ideológicos, culturales, políticos y religiosos han comenzado a ser derrumbados por la incredulidad y el escepticismo, motivando así una ruptura con los tradicionales ideales del mundo moderno.
De este modo, los partidos políticos, la iglesia, las instituciones educativas e incluso, las tradiciones históricas, pierden autoridad y protagonismo, opacadas por un individualismo aparentemente nihilista y autorreferente.
En este contexto, el “saber” ya no se legitima bajo el prisma de una moral del conocimiento, sino en términos absolutamente pragmáticos, es decir, ya no importa como un fin en sí mismo, sino que más bien opera como moneda de cambio cuyo destino final, según Lyotard, es su libre circulación para luego ser vendido, como fuerza de producción.
En una sociedad donde los contenidos crecientemente se han informatizado, la administración del conocimiento tiende a descentralizarse, y la función de reproducir y regular aquellos saberes queda en manos de los usuarios autómatas, quienes terminan distribuyéndolos en el espacio virtual.
Bajo este nuevo escenario, ¿cuál es el rol ético que nos compete como usuarios dentro de la cibercultura? ¿Hasta qué punto la libertad con la que nos desenvolvemos dentro de ella vulnera los derechos de las restantes colectividades e individuos?
En primer término, hay que decir que la modernización de los marcos regulatorios dentro de estas “supercarreteras” se ha convertido en el gran desafío de los nuevos tiempos, dada la difícil misión de compatibilizar puntos de vistas tan disímiles como la ética del hacker, la de las grandes corporaciones, o la que se deriva de modelos de patentamiento tales como el copyright o el copyleft.
En segundo término, debemos asumir que una vez que los saberes comienzan a circular por la red, prácticamente la única barrera que existe para controlar sus uso es la propia conciencia que, por lo demás, cada vez se interroga menos por su origen. En efecto, como usuarios de la Web al momento de referenciar nuestras fuentes comúnmente basta con decir “lo bajé de Internet”.
Sin embargo, debemos reconocer que aunque el conocimiento se distribuye horizontalmente en la Web, propiciando entornos mucho más democráticos, solidarios y participativos, dichas intenciones en nada garantizan que las voluntades individuales en verdad se respeten, sea cual sea el prisma a través del cual se juzgue el consabido “derecho a la propiedad intelectual.”
Como sabemos, actualmente los saberes adquieren valor en la medida en que puedan fácilmente circular y ser “descargados”, hecho que convierte al “copy-paste” en el eventual voto con que los usuarios-consumidores creen legitimar dichas acciones. Para que esto cambie, nuestra cultura y/o nuestras instituciones ( ¿las universidades?,¿la ANFP?, ¿Chiledeportes?) debieran en verdad promover el uso de Internet mucho más como “medio de construcción” que como “herramienta de información”, demostrando así que la creatividad es el único medio para conseguir que la tecnología sea en verdad un medio y no un fin , en vez de seguir con la moda de un automatismo vacío y utilitarista, mucho más propicio para forjar plagiadores sesodependientes que auténticos savants.

1 Lyotard, JF, La condición posmoderna, 1979

Un buen lugar es ningún lugar



Poesía: Reencarnación de la vida eterna en una gota de sangre, pero que seca demasiado rápido, justamente antes de que alcancemos a sentirla.
Realismo: una sábana extendida que cuelga tras la ventana.
Fuga: 1. Arturo Belano buscando donde batirse a duelo con la muerte .2. Utopía (eu topos= buenlugar / oú topos= ningúnlugar)
Mosaico: Narración compuesta de ondas y partículas, con el fin de provocar espejismos no lineales, tal como si habitáramos dentro de un caleidoscopio.
Novela: Caleidoscopio donde se reflejan - siempre de perfil- nuestros rostros.
Lenguaje: Morada del ser donde también pernocta (en la cama de abajo) el no-ser.
Coordenadas: Fechas, rostros, ciudades, direcciones erróneas que nos quitan las ganas de creer en Dios o en algo así como el más allá ( nuestro desierto de Sonora).
Bolaño: Justamente allí, detrás de la ventana, apagando su cigarrillo sobre el marco que la sostiene.

Saturday, April 15, 2006

La verdad de las mentiras II




A pesar de cinco años de pregrado, postítulos y publicaciones sobresalientes, el actual director de un conocido medio de comunicación seguramente se encogerá de hombros como respuesta a esta simple pregunta; ¿Es esto para usted una noticia?:
a) Lector de noticias no paga imposiciones a su nana
b) Perro vago es salvado de matanza masiva
c) Futbolista desmiente supuesto romance con actriz
d) N. de las A.
e) Todas la A.
Lo que es o no noticia, depende mucho más de la decisión del medio que la difunde, que de la relativa importancia del hecho mismo. Aunque resulte quizás de perogrullo subrayar que las noticias que la gente comenta en sus casas o en el trabajo, son el resultado de un hecho visto, oído o leído en la prensa escrita, televisión o radio, dichos medios de comunicación son en verdad quienes pautean nuestros temas de conversación habituales. ¿Con qué criterios se elabora esta pauta? ¿Quién es el responsable de la información que recibimos?
Nuestro director seguramente volverá a encogerse de hombros, queriendo demostrar que sus pergaminos de nada valen cuando se trata de responder con estadísticas a sus superiores, a saber, alcanzando las metas de venta y suscripción establecidas por el directorio. Más que conspicuos lectores, lo que el medio escrito busca son fieles consumidores, que indirectamente atraigan el avisaje necesario para justificar, por un lado, la solvencia del negocio – lo que algunos llaman “línea editorial”-, y por otro lado, la permanencia en el puesto del director. Sin embargo, se nos dirá que, para ser exitosos dentro de la lógica del consumo, no hay nada más infalible que alimentar explícitamente el morbo y el voyerismo de la gente, lo que equivale a priorizar las tragedias del hombre común o las nimiedades del mundo de los famosos.
Lo lamentable no deriva de la aceptación de esta realidad, sino que fundamentalmente se debe a la nula difusión de todas aquellas noticias que se silencian, producto no sólo de esta “lógica de mercado”, sino que también debido a los intereses corporativos dentro de los cuales también deben incluirse, por cierto, las prerrogativas de quienes publicitan en dichos medios. Por ello no es de extrañarse la nula información que existe en torno a denuncias de abusos laborales, y también en lo que respecta a violaciones de los derechos del consumidor por parte de las empresas.
Sin embargo, cuando se apela a variables “de mercado” para explicar la falta de independencia de un medio que necesita de la publicidad para poder financiarse, habitualmente nos vemos obligados a aceptar dicho argumento y también a encogernos de hombros, salvo por un pequeño detalle: el mercado por sí solo, tampoco garantiza equidad ni transparencia; y aunque nos admiremos de la libertad y autonomía conque la "mano invisible" maneja los hilos de la economía, dicha independencia se trata más bien de una libertad vigilada: mientras los nuevos actores que entren en el juego competitivo no pongan en riesgo la hegemonía del grupo dominante, podrán participar respetando los protocolos establecidos. Por ello resulta tan común que en países como el nuestro proliferen los oligopolios, centralizando la “libre” competencia en unos cuantos pocos, o incluso en uno solo dividido en dos o más filiales aparentemente rivales, pero pertenecientes a un mismo consorcio. En la prensa escrita ocurre un caso similar. Según el estudio de un organismo internacional realizado a nivel latinoamericano, Chile ocupa el segundo lugar después de Cuba en cuanto a concentración de la propiedad en los medios de información escrita. Resulta curioso descubrir en esta paradoja cómo el poder del estado y del mercado llegan a ocasionar el mismo efecto: la manipulación de las noticias que leemos. Esta es la verdadera razón por la que el periodismo se encoge de hombros. Esta es la razón por la que nunca estamos realmente "informados para tener opinión".

Sunday, October 30, 2005

Mal pronóstico



Todo indica que, debido al nulo efecto provocado por las bajas temperaturas de anoche, es muy probable que su señora finalmente lo deje, sin que comprenda que todo es culpa de la globalización, sin que le crea que no la engaña, sin que entienda entonces por qué cada mañana se levanta tan temprano con el mismo cuento de siempre: que lo llamaron para una entrevista, que parece que pagan bien, que parece que no piden estudios superiores completos, que se supone que tampoco piden Dicom, cuando en verdad lo único que ha hecho es recorrer todos los cafés del centro, conocer a la negra del Salamandra y quejarse de lo incómodos que son los nuevos paraderos, mientras piensa si para esta tarde habrán anunciado lluvia, tropezándose con los adoquines sueltos y maldiciendo el pronóstico del tiempo que ahora le sobra.

Sunday, August 28, 2005

La lengua de las mariposas



Las mariposas tienen lengua. Con ella, extraen el néctar de las flores, a cambio del cual dispersan las semillas alrededor de todo el ecosistema. Sin embargo, su lengua - llamada probóscide o espiritrompa- posee un tamaño microscópico, aunque cumple una función vital. En la naturaleza, lo inobservable suele ser la fuente de todo lo que vemos, olemos y tocamos; y las mariposas, desde su silencio, regeneran la vida y nos enseñan a callarnos, sobre todo cuando creemos que ya no hay esperanza.

Monday, August 22, 2005

La caída



"El único sacramento ha llegado a ser el suicidio"
Escribió sobre una servilleta el poeta de los rieles.

Aclaración: quitarSE la vida no es la expresión correcta.
Cuando esa tarde te esperé durante más de una hora
y no llegaste
En verdad me quitaste la vida.
Tus dos cristales oscuros se llevaron
todo el aire de mi infancia.

Cuando la edad no era un obstáculo
Quise buscar la inmortalidad en el espejo de la noche
Pero en el fondo de cada vaso descubría una nueva muerte:
La adolescencia ha sido una alegre pérdida de tiempo.


Entonces seguí buscando bajo los restos de un muelle abandonado
Donde encontré un niño jugando entre las rocas
Que me llamó por mi nombre
Y me pidió que lo adoptara.
Su sonrisa de viento otoñal
Dibujó una estrella sobre un peñasco.

Los hijos no te quitan la vida: sólo te la esconden.
El juego consiste en saber dónde
Te la han dejado antes de que crezcan y
te hagan callar.


Para encontrar el vacío sólo basta perder el equilibrio.

Friday, August 12, 2005

Pantalla plana



Aunque en diversos momentos- y por diversas razones- hemos agradecido en verdad la existencia de la televisión, muchos consideran que este medio definitivamente ha trastocado en múltiples ámbitos nuestro estilo de vida. En lo que respecta a los medios escritos, y antes de convertir al televisor en un chivo expiatorio, debemos preguntarnos en primer lugar cuál es el verdadero espacio que le damos a la lectura en nuestras vidas. No olvidemos que la palabra hábito deriva de hábitat,por lo que resulta fundamental, si es que queremos convertirnos en lectores competentes, generar las condiciones físicas más adecuadas para el ejercicio de esta actividad. Cuando vamos al cine, por ejemplo, nadie acostumbra a llevar el diario para leerlo en los momentos más intrascendentes de una película. Del mismo modo, cuando nos disponemos a leer, la presencia de un televisor encendido frente a nosotros, inevitablemente constituye un elemento distractor del cual es muy difícil sustraerse (aunque sea de reojo). Televisión y lectura son incompatibles. Sin embargo, cuando exclusivamente nos dedicamos a hacer zapping, además de "informarnos" y "entretenernos", ¿qué otro provecho podemos extraer de esta adictiva experiencia?Groucho Marx, en una de sus célebres citas, decía lo siguiente: La televisión es educativa. Cada vez que alguien la enciende, salgo de la habitación y tomo un libro. A pesar de los prejuicios, la desconfianza o el resentimiento que este medio pudiese provocar en algunas personas, aún nos queda la duda de si realmente la televisión es un ente masivo que, per se, condiciona nuestro desarrollo social, afectivo e intelectual. Otra interrogante que queda por responder, deriva del hecho de que, con el correr de los años, la pobreza expresiva de quienes participan de este medio (y LÉASE pobreza expresiva, como la falta de vocabulario y una precaria modulación de las palabras), ha levantado una discusión paralela en torno a cómo estamos educando a las nuevas generaciones. ¿Tiene la televisión la culpa de esto? ¿O serán nuevamente las diferencias económicas las que determinan el legítimo acceso a una educación de calidad?. Aunque diversas autoridades políticas, tanto de oposición como de gobierno, coinciden en invertir el contenido de esta última pregunta para convertirlo en enunciado rotundo - a saber, sin una educación de calidad es imposible acortar las brechas económicas y bla, bla,bla-, por lo menos en el plano de la expresividad verbal, tanto ricos como pobres demuestran en promedio las mismas limitaciones. A modo de ejemplo, cito aquí un fragmento de una entrevista a Andrés Benítez, rector de la Universidad Adolfo Ibáñez:
Los empresarios: ¿qué profesionales les piden que formen? R: Cuando convocamos a empresarios y les preguntamos qué deberíamos enseñarles a nuestros alumnos nos dicen: “Por favor, a hablar y a escribir, porque la pega se la vamos a enseñar nosotros”.(...) Hicimos un curso a los estudiantes de primer año para enseñarles a redactar. Los profesores quedaron espantados: no sabían acentuar y tenían graves problemas gramaticales. Hablamos de una universidad de alumnos con el tercer mejor promedio de la PSU y que vienen de los mejores colegios privados. (Rev. Qué Pasa nº 1745, pág.35)
Uno de los fenómenos transversales que inciden en esta situación, es la constante baja en los índices de lectura. Sin embargo, tampoco se trata simplemente de leer más, sino que más bien de leer MEJOR. El estudio internacional de la Organización Para el Desarrollo y la Cooperación Económica publicado el año 2000, concluye que el 80 por ciento de los chilenos no tiene el nivel de comprensión lectora mínimo para funcionar en el mundo de hoy, hecho que a la larga condiciona las posibilidades de obtener un trabajo bien remunerado. Mientras que en Chile aquellos oficios de “cuello y corbata” que exigen niveles de lectura más elevados – y que, por lo general, suelen ser mejor valorado$ por el mercado- constituyen menos de un 20 por ciento, en Suecia alcanzan el 50 por ciento de la población.
En síntesis, los lectores chilenos no sólo deberían aumentar, sino que también PROGRESAR, considerando la gran variedad de destrezas cognitivas que este hábito conlleva. Para ello, es necesario ir superando etapas en la complejidad de los libros que leemos. Según el estudio de legibilidad de los textos publicado por Felipe Alliende González (Santiago, Ed. A. Bello:1994), los factores lingüísticos más relevantes para determinar la complejidad de la palabra escrita son: la densidad del vocabulario, el número de sílabas por palabra, la proporción de palabras no familiares y polisílabas y el número de palabras por oración(1). En un segundo orden, influyen también factores como la legibilidad material (tamaño de las letras, el interlineado, el papel, la tipografía y la longitud), los aspectos pragmáticos, los aspectos sicológicos, la legibilidad conceptual y la macroestructura del texto (2).
Toamando en cuenta dichos factores, un lector realmente competente debería ser capaz de superar progresivamente todos estos obstáculos. Sin embargo, los procesos cognitivos que entran en juego cada vez que encendemos un televisor, no son para nada equivalentes a los procesos que se activan cada vez que abrimos un libro.
La tecnología nunca es inocua. Siempre produce efectos colaterales en el medio ambiente o en la vida de las personas. La construcción de una supercarretera en una localidad apartada, el invento del hervidor eléctrico, los cajeros automáticos o las bibliotecas virtuales, son transformaciones que afectan también nuestras relaciones humanas. Así como McLuhan hablaba de que los automóviles “extienden” nuestros pies, el teléfono, nuestros oídos, y la televisión, nuestra vista, habría que indagar hasta qué punto dichas extensiones han influido en la alteración de nuestros hábitos de lectura.
Cada vez que vemos televisión, nos enfrentamos a un estímulo luminoso repetitivo de miles de pixeles que se encienden y se apagan. Lo que no percibimos, es que somos nosotros, los telespectadores, quienes editamos en tiempo real estos pequeños fragmentos para construir las imágenes que vemos. Esto podría hacernos creer que, en realidad, la televisión nos ayuda a estimular la activación de nuestro sistema neurofisiológico (conclusión que también podría extenderse a los videojuegos); sin embargo, dicha participación tan sólo se remite un acto reflejo, no más inconsciente e involuntario que el movimiento de un engranaje dentro de un reloj, o el de los ojos de un paciente ante la linterna del sicoanalista.
Un trabajo publicado ya hace treinta años por un equipo de investigadores australianos, señalaba que, aunque pensamos que la televisión, como experiencia educativa, puede resultar provechosa para la sociedad, los efectos neurofisiológicos que produce el titileo de la pantalla más bien inhiben el aprendizaje como lo concebimos comúnmente. Según el estudio, la repetición constante de estímulos luminosos genera un estado de trance que no es comparable al de “atención”, sino que al de “distracción”, parecido a soñar despierto o “estar en la luna” (time out). Dicha sobreestimulación afecta sobre todo al hemisferio izquierdo del cerebro, que es el área donde se organizan el lenguaje, el pensamiento cognitivo y la comprensión(3).
Si pensamos sólo en las condiciones de percepción de un campo visual, la televisión nos está acostumbrando a incorporar las imágenes que vemos de una manera cada vez más vertiginosa, lo que hace que muchas personas sean cada más menos tolerantes a permanecer detenidas por más de un minuto en la página de un libro. Según Herbert Krugman, investigador norteamericano aludido en el citado estudio, la palabra impresa en un texto estimula la comprensión de diferencias de contenido, acción que sí puede ser descrita legítimamente como activa. Cuando vemos televisión, en cambio, la respuesta eléctrica básica del cerebro va fundamentalmente sólo hacia el medio que la genera, lo que explica cómo es posible captar sin esfuerzo grandes cantidades de información sobre la que no pensamos en el momento de recibirla.
En consecuencia, no es posible suponer que, tanto el acto de la lectura como el de ver televisión sean perfectamente comparables. ¿Es posible la televisión educativa? Cada vez que se discute este tema, siempre se piensa que el problema de la televisión se centra sólo en las cosas que deberíamos ver, sin considerar que el medio de transmisión notoriamente altera las condiciones en que recibimos dichos contenidos. Aunque existen muy buenas intenciones, por desgracia tanto los programas "chabacanos" como los "culturales" comparten aquí un mismo formato luminoso, centelleante y repetitivo.
En lo que respecta a la educación, si aceptamos que un apropiado aprendizaje debe considerar el entorno global del educando, con el fin de que éste, a partir de sus propias experiencias, pueda desarrollar nuevos conocimientos (la tesis constructivista), resulta discutible incorporar dentro de la enseñanza las experiencias televisivas, al menos en lo que respecta al desarrollo de los hábitos de lectura. La transversalidad de la enseñanza resultará provechosa, siempre y cuando las diferentes áreas de conocimiento no vean bloqueadas sus naturales vías de acceso. De lo contrario, el diálogo intertextual podría llegar a convertirse en un mero reduccionismo epistemológico (la MENTALIDAD TELEVISIVA).
No existe aprendizaje sin esfuerzo. Y la televisión, lejos de representar dicha máxima, nos acostumbra a un contexto de peudoaprendizaje atractivo y liviano, constituyendo una claro ejemplo de cómo se inhiben las funciones más elementales del pensamiento reflexivo.
Además, debido al infalible rating, las "parrillas programáticas" actualmente se estructuran considerando estrictos criterios de mercado, lo que atenta contra la variedad y estandariza los contenidos. Si a esto agregamos la falta de independencia de nuestros canales de televisión, como resultado obtenemos un medio que carece de diversidad, favorece la autocomplacencia, y lo que es peor, nos quita incluso hasta las ganas de leer. Muy bien nos resume esta situación Rodrigo Fresán en un pasaje de su ecléctica novela "Mantra": "Y me preguntarás cuál es la marca de esos televisores muertos que miran los muertos y te responderé (...)que estas pantallas zombis son marca Sonby"
(1)Esto tiene que ver con la repetición de ciertas palabras en un texto. Mientras menor sea la cantidad de palabras reiteradas, mayor será el grado de densidad de vocabulario.
(2)Cfr. VAN DIJK, T.A. La ciencia del texto. Barcelona, Paidós: 1984.
(3)Dicha investigación, encabezada por los sicólogos Merrelyn y Fred Emery en el Center for Continuing Education (Australian National University), concluía además que este acostumbramiento a la titilación continua conlleva a que el cerebro asimile que no está recibiendo información nueva, por lo que virtualmente deja de procesar la información que le llega. Por último, agregan que “mirar televisión está al nivel conciente del sonambulismo”(cit. por Jerry Mander en "Cuatro razones para eliminar la televisión", Barcelona, Gedisa:1981)